Nuestros padres viviendo en casa

Nuestros padres  viviendo en casa

 

Cuando nuestros padres son ancianos sentimos como un deber moral hacia ellos que nos lleva a acogerles, atenderles y/o protegerles. En algunos casos, llevarlos a una residencia de ancianos lo consideramos como algo frío, como un desentendernos de ellos o, simplemente, no lo hacemos por no poder afrontar los costos de tenerles allí y decidimos traerlos a casa.

 

Nuestros deseos de hospitalidad y generosidad no pueden ocultar el hecho de que convivir con una persona mayor no es fácil, y llegamos a preguntamos si hicimos bien en traer a nuestro progenitor a casa.

 

Ya sea que hayamos tomado la decisión o estemos por tomarla, hay algunas acciones previas que son imprescindibles:

  • Hablarlo en familia
  • Hablarlo con nuestro progenitor interesado
  • Hablarlo con su médico de cabecera
  • Preparar un sitio en que todos puedan tener su privacidad
  • Preguntarse por las consecuencias en el día a día de la familia
  • Preguntarse por lo que habrá que postergar en los planes de la familia
  • Ser conscientes que habrá choques de personalidades
  • Prever no permitir una intrusión en las decisiones de la pareja
  • Velar porque uno o ambos miembros de la pareja no se sientan relegados
  • Definir cómo será la educación de nuestros hijos con la participación del abuelo/a 

No es lo mismo traer a un padre/madre que traer a un suegro/suegra, los miembros de la pareja lo vivencian de maneras distintas. Por ejemplo, la convivencia de un progenitor bajo el techo familiar, de un hijo o hija, puede despertar los instintos de padre en el abuelo o de madre en la abuela, desplazando a los padres actuales. Para evitar esta tirantez, la pareja deberá ponerse de acuerdo y apoyarse mutuamente, hablándolo las veces que sean necesarias.  

 

Si tomamos la decisión y traemos a nuestro progenitor a casa, habrá que fijar las pautas de la vida en común. En esas pautas o reglas hay que asegurarse que se repartan las tareas, que todos puedan tener su tiempo de descanso y que la familia se mantenga unida.

 

¿Qué evitar?

 

Una vez se ha tomado la decisión, deberíamos evitar lo siguiente:

  • Evitar proteger excesivamente a nuestro progenitor
  • Evitar hacer las tareas que nuestro progenitor puede hacer
  • Evitar molestar a nuestro progenitor
  • Evitar que nuestro progenitor nos moleste
  • Evitar invadir el espacio del otro

 

Con el tiempo, aprenderemos la diferencia entre lo que damos en abundancia, -y que es importante para nosotros- y lo que realmente nuestro progenitor necesita.

 

Nuestro progenitor se sentirá feliz si puede recibir a sus amigos, si puede sentirse parte de nuestra familia, si ve que es valioso al confiarle pequeñas responsabilidades 

(comprar el pan, doblar la colada, poner la mesa para comer, ayudar en la cocina, etc.).

 

 

Cuidar, atender, distraer, prestar atención, limpiar, recoger nos puede superar rápidamente y frustrarnos cuando vemos que damos mucho y recibimos poco o nada a cambio. Esa frustración nos llevará a culpabilizarnos entre los miembros de la familia y terminar siendo agresivos entre nosotros. Por ello es imprescindible reconocer, y hacerlo saber, que no estamos al servicio de nuestro progenitor las 24 hs los 7 días de la semana y no sentirnos culpables por ello. Las pautas de vida en común habrá que reverlas cuando veamos que algún miembro de la familia está sufriendo por esta convivencia.

 

En cuanto al lugar

 

Convivir exige tener espacio. Alojar a un progenitor implica poner a su disposición una habitación con baño. La persona debe apropiarse de su espacio. Le gustará llevar consigo sus fotos de recuerdos y su mascota. Cuando exista una minusvalía, habrá que adecuar el espacio para silla de ruedas, cama ortopédica, eliminar obstáculos, etc.

 

A veces se decide vivir juntos por cuestiones económicas, en ese caso será necesario establecer, también, quien pagará el suplemento de las facturas de servicios (gas, electricidad, agua).

 

Dejarse ayudar

 

 

Acompañar a un progenitor es una tarea de larga duración. Podemos considerar usar los servicios de un centro de día, con las propuestas de actividades para personas de la tercera edad. El acogimiento temporal, durante unas horas, permite a los familiares “recargar las baterías” y a los ancianos cambiar de aires y conocer a gente nueva. 

¿Hasta cuándo?

 

Recordemos que, como hijos, también estamos envejeciendo y considerar, en el futuro, buscar una residencia permanente para ancianos puede darnos la perspectiva de hacia dónde nos dirigimos, qué se espera de nuestra familia en este tiempo, cuál es la inversión que haremos, etc.

 

Pensar que tendremos a nuestro progenitor hasta su fallecimiento puede generar ansiedad al ver que el tiempo pasa y vamos postergando, de manera indefinida, los proyectos de la familia (viajes, cambio de casa, remodelación de la misma, etc.).

 

Deseo que estas notas te ayuden a tomar la decisión correcta.

 

Después de leer este artículo te propongo algunas preguntas para hacerte con tu pareja:

 

  • ¿Qué frases o temas del escrito te han hecho pensar?
  • ¿Hay algo que te haya hecho saltar las alarmas en ti? 
  • ¿Qué cambios piensas que van a ser necesarios implementar?

 

                                                                Eugenio Wolyniec - Septiembre 2023